domingo, 22 de octubre de 2017

¿Dónde han ido los insectos?

¿Dónde han ido todos los insectos? Ya no están ni en los espacios protegidos

No hace falta irse muy lejos para comprobar que los insectos voladores se están esfumando. Los expertos en insectos lo llaman el "fenómeno del parabrisas" y se resume en que, en aquellos viajes vacacionales de la infancia, uno llegaba a su destino con la luna del coche llena de bichos aplastados. Esos días desaparecieron y hoy en nuestros parabrisas apenas encontramos ya el cadáver de algún que otro mosquito despistado.
Sí, hay quien opina que la razón puede estar en que ahora los coches son diferentes, pero como dijo el entomólogo Martin Sorg a Science, "conduzco un Land Rover, que tiene la misma aerodinámica de una nevera, y estos días el parabrisas se queda limpio".
La principal teoría para esta desaparición generalizada de los insectos alados era su pérdida de hábitat, pero ahora un nuevo estudio publicado en PLOS ONE abre interrogantes sobre esta posibilidad. Científicos europeos, dirigidos por el holandés Caspar Hallmann de la Universidad de Radboud, llenaron durante este tiempo espacios protegidos con trampas de insectos Malaise para evaluar la tendencia en la biomasa total de estas especies, ¿y qué ocurrió? Que en todas estas zonas, alejadas del impacto humano, el número de insectos se ha reducido en un 75% desde 1990.
A diferencia de estudios anteriores, que señalaban este declive pero se centraban en especies concretas como las abejas, aquí el espectro es muy amplio y las conclusiones son inequívocas: el 'bichocalipsis' afecta a todos los insectos voladores.

"Esta merma se lleva sospechando mucho tiempo pero ha resultado ser más severa de lo que previamente se creía", afirma Hallman. "Desde 1989, en 63 reservas naturales de Alemania la biomasa total de los insectos se ha reducido en más de un 75%".

¿Cuál es la causa?

Los científicos están desconcertados con este tema. Es cierto que algunos modelos previos estimaban una pérdida de biomasa del 58% pero ninguno alcanzaba a prever el 82% menos de insectos que estos científicos encontraron durante la temporada veraniega de estas últimas décadas.
Los científicos reconocen que el declive en la biomasa de los insectos es alarmante, pero no saben por qué está sucediendo
Hallmann y sus compañeros no ocultan que "el declive en la biomasa de los insectos es alarmante, más aún teniendo en cuenta que las trampas estaban colocadas en áreas protegidas, pensadas para proteger la biodiversidad y las funciones del ecosistema", y añaden que hay una "necesidad urgente" de descubrir las causas de esta catástrofe, aunque sólo alcanzan a apuntar hacia motivos a gran escala y no muy bien definidos.
Además de la pérdida de hábitat, todas las otras hipótesis que se barajan (uso de pesticidas neonicotinoides, cambio climático o cambios en el uso de la tierra) no sirven por sí solas para explicar por qué los insectos alados están desapareciendo. En las áreas estudiadas "la superficie de tierra arable decreció, la cobertura forestal creció y los pastos o el agua superficial no cambiaron mucho en los últimos treinta años", por tanto, ¿qué está acabando con los insectos?
Antonio Villareal. EL CONFIDENCIAL

sábado, 7 de octubre de 2017

Maldito buen tiempo

Maldito buen tiempo

Muchos tenemos la mala costumbre de denominar “buen tiempo” a los días soleados y de cálidas temperaturas. Pero si estas jornadas benévolas en lo meteorológico se producen fuera de lugar, puede costarnos caro a corto y medio plazo.
 La última semana hemos tenido temperaturas anormalmente altas en amplias zonas de España. Para establecer lo inusual que es un fenómeno meteorológico lo comparamos con un patrón obtenido del comportamiento del tiempo en un periodo de 30 años. Actualmente la referencia utilizada son los parámetros meteorológicos registrados entre los años 1981 y 2010, y esta semana se han superado numerosos récords de altas temperaturas. Si extendemos la comparación a los datos registrados desde 1920, obtenemos una señal aun más clara de lo anómalo de estas altas temperaturas. En diversas ciudades como Ponferrada, Salamanca, Cáceres y Ourense jamás se ha registrado una temperatura tan alta en un mes de octubre, alcanzando valores próximos a los 35º C.

Las temperaturas extraordinariamente altas, junto a la falta de lluvias, agravan la sequía que venimos sufriendo. Los efectos en las reservas de agua se establecen en lo que se conocen como años hidrológicos. El 30 de septiembre finalizo el año hidrológico 2016-2017, y ha sido el octavo más seco desde 1981, con un 15 por ciento menos de lluvias de lo habitual, aunque el más seco de los registrados fue el 2004-2005. La distribución desigual de la precipitación ha hecho que se alcancen valores un 75 por ciento menores a lo normal en Galicia, norte de Castilla-León, gran parte de Asturias y de Cantabria, algo de Extremadura, Andalucía y Canarias. Para poner un oscuro punto final, el último mes ha sido considerado el septiembre más seco de lo que llevamos de siglo.
Tanto las altas temperaturas como la falta de precipitaciones en las últimas semanas se debe a una situación conocida como "bloqueo". Un anticiclón se interpone en el camino hacia nosotros de las bajas presiones que favorecerían la ansiada llegada de las lluvias y de una bajada de las temperaturas. Este bloqueo no solo impide que baje la temperatura y llegue la lluvia, además limita el movimiento del aire en las ciudades incrementando alarmantemente los niveles de contaminación. Es previsible que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas invisible generado fundamentalmente por las altas temperaturas que se produce en las combustiones de los coches diésel, vuelva a activar protocolos anticontaminación en lugares como Madrid.
La normalidad meteorológica, es decir, la llegada del frío y las lluvias, ayudaría a paliar los efectos colaterales de un verano sin fin.
DANIEL SANTOS MUÑOZ. EL PAIS