No hace falta irse muy lejos para comprobar que los insectos voladores se están esfumando. Los expertos en insectos lo llaman el "fenómeno del parabrisas" y se resume en que, en aquellos viajes vacacionales de la infancia, uno llegaba a su destino con la luna del coche llena de bichos aplastados. Esos días desaparecieron y hoy en nuestros parabrisas apenas encontramos ya el cadáver de algún que otro mosquito despistado.
Sí, hay quien opina que la razón puede estar en que ahora los coches son diferentes, pero como dijo el entomólogo Martin Sorg a Science, "conduzco un Land Rover, que tiene la misma aerodinámica de una nevera, y estos días el parabrisas se queda limpio".
La principal teoría para esta desaparición generalizada de los insectos alados era su pérdida de hábitat, pero ahora un nuevo estudio publicado en PLOS ONE abre interrogantes sobre esta posibilidad. Científicos europeos, dirigidos por el holandés Caspar Hallmann de la Universidad de Radboud, llenaron durante este tiempo espacios protegidos con trampas de insectos Malaise para evaluar la tendencia en la biomasa total de estas especies, ¿y qué ocurrió? Que en todas estas zonas, alejadas del impacto humano, el número de insectos se ha reducido en un 75% desde 1990.
A diferencia de estudios anteriores, que señalaban este declive pero se centraban en especies concretas como las abejas, aquí el espectro es muy amplio y las conclusiones son inequívocas: el 'bichocalipsis' afecta a todos los insectos voladores.
"Esta merma se lleva sospechando mucho tiempo pero ha resultado ser más severa de lo que previamente se creía", afirma Hallman. "Desde 1989, en 63 reservas naturales de Alemania la biomasa total de los insectos se ha reducido en más de un 75%".
¿Cuál es la causa?
Los científicos están desconcertados con este tema. Es cierto que algunos modelos previos estimaban una pérdida de biomasa del 58% pero ninguno alcanzaba a prever el 82% menos de insectos que estos científicos encontraron durante la temporada veraniega de estas últimas décadas.
Los científicos reconocen que el declive en la biomasa de los insectos es alarmante, pero no saben por qué está sucediendo
Hallmann y sus compañeros no ocultan que "el declive en la biomasa de los insectos es alarmante, más aún teniendo en cuenta que las trampas estaban colocadas en áreas protegidas, pensadas para proteger la biodiversidad y las funciones del ecosistema", y añaden que hay una "necesidad urgente" de descubrir las causas de esta catástrofe, aunque sólo alcanzan a apuntar hacia motivos a gran escala y no muy bien definidos.
Además de la pérdida de hábitat, todas las otras hipótesis que se barajan (uso de pesticidas neonicotinoides, cambio climático o cambios en el uso de la tierra) no sirven por sí solas para explicar por qué los insectos alados están desapareciendo. En las áreas estudiadas "la superficie de tierra arable decreció, la cobertura forestal creció y los pastos o el agua superficial no cambiaron mucho en los últimos treinta años", por tanto, ¿qué está acabando con los insectos?
Antonio Villareal. EL CONFIDENCIAL
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