sábado, 7 de octubre de 2017

Maldito buen tiempo

Maldito buen tiempo

Muchos tenemos la mala costumbre de denominar “buen tiempo” a los días soleados y de cálidas temperaturas. Pero si estas jornadas benévolas en lo meteorológico se producen fuera de lugar, puede costarnos caro a corto y medio plazo.
 La última semana hemos tenido temperaturas anormalmente altas en amplias zonas de España. Para establecer lo inusual que es un fenómeno meteorológico lo comparamos con un patrón obtenido del comportamiento del tiempo en un periodo de 30 años. Actualmente la referencia utilizada son los parámetros meteorológicos registrados entre los años 1981 y 2010, y esta semana se han superado numerosos récords de altas temperaturas. Si extendemos la comparación a los datos registrados desde 1920, obtenemos una señal aun más clara de lo anómalo de estas altas temperaturas. En diversas ciudades como Ponferrada, Salamanca, Cáceres y Ourense jamás se ha registrado una temperatura tan alta en un mes de octubre, alcanzando valores próximos a los 35º C.

Las temperaturas extraordinariamente altas, junto a la falta de lluvias, agravan la sequía que venimos sufriendo. Los efectos en las reservas de agua se establecen en lo que se conocen como años hidrológicos. El 30 de septiembre finalizo el año hidrológico 2016-2017, y ha sido el octavo más seco desde 1981, con un 15 por ciento menos de lluvias de lo habitual, aunque el más seco de los registrados fue el 2004-2005. La distribución desigual de la precipitación ha hecho que se alcancen valores un 75 por ciento menores a lo normal en Galicia, norte de Castilla-León, gran parte de Asturias y de Cantabria, algo de Extremadura, Andalucía y Canarias. Para poner un oscuro punto final, el último mes ha sido considerado el septiembre más seco de lo que llevamos de siglo.
Tanto las altas temperaturas como la falta de precipitaciones en las últimas semanas se debe a una situación conocida como "bloqueo". Un anticiclón se interpone en el camino hacia nosotros de las bajas presiones que favorecerían la ansiada llegada de las lluvias y de una bajada de las temperaturas. Este bloqueo no solo impide que baje la temperatura y llegue la lluvia, además limita el movimiento del aire en las ciudades incrementando alarmantemente los niveles de contaminación. Es previsible que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas invisible generado fundamentalmente por las altas temperaturas que se produce en las combustiones de los coches diésel, vuelva a activar protocolos anticontaminación en lugares como Madrid.
La normalidad meteorológica, es decir, la llegada del frío y las lluvias, ayudaría a paliar los efectos colaterales de un verano sin fin.
DANIEL SANTOS MUÑOZ. EL PAIS

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